jueves, 15 de octubre de 2015

LA PRESENCIA DEL ESPIRITU SANTO.


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Hay que creer y confiar que el Espíritu Santo vive en nosotros, para reconocer su voz y dejarle actuar en nuestra vida. 

Del artículo publicado por La-palabra.com, donde nos explica la manera sencilla de como escuchar la suave voz del Espíritu Santo, quiero agregar algunos momentos personales de las veces que reconozco la presencia del Espíritu Santo en mis momentos de oraciones.

La mayor parte del tiempo que pasamos en intimidad con Dios, estamos tan ansiosos por experimentar manifestaciones espirituales, que nos olvidamos de lo esencial de ese preciso momento: descansar en la presencia de Dios.

Recuerdo un impactante momento cuando sentada en mi escritorio, después de mi almuerzo, me encontraba en la tranquilidad de la oficina, y como parte de mi descanso, quise hablar con mi Angel Custodio. Inicie con una pequeña invitación para que viniera a hablar conmigo. Le manifestaba mi gran deseo de conocerlo, de saber su nombre, de escuchar su voz, de que algo sobrenatural ocurriera a mi alrededor para convencerme de que estaba allí conmigo y que es real.

Ahora me doy cuenta, de que a pesar de mi ignorancia espiritual en ese tiempo, le agradezco a mi Dios las infinitas maneras que nos invita diariamente a conocerle, amarle, seguirle, servirle, y que fuera a través de sus Santos Angeles y Arcángeles, que yo sintiera en ese momento curiosidad y deseos de experimentar cómo se inicia el camino de la santidad, para llegar a disfrutar de las "cosas" del Reino de Dios desde cualquier lugar del mundo.

Anhelaba ese detalle de parte de Dios. Era como parte de una negociación humana, "yo lo creo si me permites experimentarlo ". Pero dice su Palabra, en el Evangelio de San Juan 20, 24-29 :

"Tomás, uno de los Doce, llamado el Mellizo, no estaba con elllos cuando vino Jesús. Los otros discípulos le dijeron: "Hemos visto al Señor", pero el contestó: "Hasta que no vea la marca de los clavos en sus manos, no meta mis dedos en el agujero de los clavos y no introduzca mi mano en la herida de su costado, no creeré". 
Ocho días después, los discípulos de Jesús estaban otra vez en casa, y Tomás con ellos. Estando las puertas cerradas, Jesús vino y se puso en medio de ellos. Les dijo: "La paz esté con ustedes". Después dijo a Tomás: " Pon aquí tu mano y métela en mi costado. Deja de negar y cree". Tomas exclamó: "Tu eres mi Señor y mi Dios". Jesús replicó: "Crees porque me has visto. Felices los que no han visto, pero creen!"

Entonces en la computadora, comencé a escribirle insistentemente a mi Angel de la Guarda para que se revelara en ese momento que estaba en la soledad de mi oficina. Al aumentar mi ansiedad de clamor y no ver respuesta, eliminé toda la escritura y cerré la hoja de texto para retomar mi trabajo ordinario.

Aproximada la hora de salida, cerraba los programas de trabajo, y de repente se abre la hoja de texto que anteriormente había cerrado, con el siguiente texto escrito en el margen izquierdo superior de la hoja:


"No tienes que pensar,
No tienes que planear,
Simplemente sucede."


Más que sorprenderme estas palabras, me impactaba el hecho de que yo no había dejado nada escrito en la hoja cerrada, y mucho menos estas palabras tan coherentes y sencillas, en forma de verso.

Repaso la lectura varias veces y ando buscando su procedencia de alguna página que yo hubiese tenido abierta en la computadora mientras hacía mi trabajo. Hasta ese momento dominaba mi carne y por mi mente jamás pasó la idea de creer que estas palabras las puso allí mi Angel de la Guarda.

Bendito sea Dios y sus Angeles!!!!! Wao... lo recuerdo como hoy, cuando quise cerrar este mensaje divino, es que decido imprimirlo para averiguar su procedencia al otro día, y al tenerlo en mis manos es que reacciono su contenido y me puse nerviosa al reconocer que esta era la respuesta de mi clamor cuando le pedía a mis ángeles una manifestación de su presencia.

Así pasa cuando queremos que el Espíritu Santo nos hable, nos quiere hablar, pero a veces nos cuesta escucharle. Esto sucede porque hay muchas otras voces que constantemente nos llegan de todos lados pidiendo atención. Todas quieren penetrar en nuestros razonamientos e influir en las decisiones que tomamos.

Pensemos en todas las voces, unas útiles, otras inútiles, que escuchamos durante el día: voces de familiares, amigos, compañeros de trabajo y vecinos. 

Con todas estas voces que llegan al oído y a la mente, uno tiene que preguntarse:

¿Cómo puedo discernir lo correcto y lo erróneo en todas estas voces? 

💜Joselin💜

Estar conscientes de Dios. 
El Señor nos ama a todos por igual. Nos creó a todos con la misma capacidad espiritual, de modo que nadie debe sentirse en desventaja al tratar de escuchar la voz del Espíritu Santo o reconocer la obra de Dios en su vida. La Escritura contiene magníficos relatos acerca de personas como San Pedro, la Virgen María y San Felipe, que percibieron la guía del Espíritu Santo aun cuando esa guía parecía extraña al principio.

Practicar la escucha. 
Reconozcamos que el Espíritu Santo quiere hablarnos a todos, hasta ser la voz dominante en nuestra mente, y mientras mejor dispuestos estemos a aceptar la obra del Espíritu de hacernos ver nuestros pecados, convencernos de amar al Señor y edificar la Iglesia, más nos acercaremos a Cristo y avanzaremos por el camino de la santidad. Igualmente, encontraremos que la gracia de la Confirmación tiene una influencia cada vez más poderosa en nuestra vida personal y espiritual.

Creamos pues que podemos estar conscientes de la presencia de Dios; creamos que el Espíritu Santo realmente nos habla y tratemos de percibir lo que nos trata de decir cada día, para que estemos más atentos a sus inspiraciones.

Al mismo tiempo, comprometámonos a poner en práctica al menos una buena acción que nos parezca percibir en la mente cada día de este mes. Cuando estés haciendo oración o justo después de recibir la Sagrada Eucaristía, pídele al Espíritu Santo que te hable y te conceda los dones que quiera darte. Luego, pon atención a los pensamientos que lleguen a tu mente, escribe lo que te parezca que te dice el Espíritu Santo y busca la manera de ponerlo en práctica. Después de unos días, reflexiona y ve qué tipo de resultados han surgido de lo que te pareció escuchar o de lo que hiciste.

Fuente: La-palabra.com