sábado, 27 de agosto de 2022

QUE OCURRE CUANDO DESCUIDAS LA ORACION

 

«Velad y orad, para que no caigáis en tentación; que el espíritu está pronto, pero la carne es debil".(Mateo 26, 41)

Me ha vuelto a ocurrir, me he concentrado tanto en escribir mis libros y estos artículos para Aleteia que de alguna manera descuidé la oración y todo ha empezado a ir mal. Comenzaba a perder el gusto a muchas cosas espirituales y las respuestas que esperaba de Dios no habían llegado.

La presencia de Dios en nuestras vidas es un misterio en el que a menudo reflexiono. Las Sagradas Escrituras, a las que acudo últimamente, nos aseguran que: «en Dios vivimosnos movemos y existimos« (Hechos 17, 28) Esto significa que Él está siempre pendiente de nosotros, nos conoce bien, escucha nuestras oraciones. Pero lo olvidamos y nos alejamos de Dios, fuente de todo bien. Y las cosas empiezan a ir de mal en peor.

No es algo común en mí. El buen Dios, mi Dios, nuestro Dios, suele ser un gran consentidor y sentía que algo me estaba diciendo y no le escuchaba. 

Había leído tiempo atrás estas palabras que se quedaron clavadas en mi corazón y me advierten cuando trabajo demasiado y comienzo a alejarme de Dios. «A veces olvidamos a Jesús por hacer las cosas de Jesús». Inmediatamente comprendí. Debía orar. 

Si descuidas tu oración pierdes tu cercanía con Dios y eso es terrible, de espanto.

Me tomé un tiempo para retomar mi oración diaria. Volví a visitar a Jesús en el Sagrario y a rezar el Rosario en el patio interior de mi casa. Y todo volvió a ser como antes, retornó la normalidad, la presencia amorosa de Dios, la serenidad, esa paz interior que sabes que no es de este mundo.

Suelo decirte en mis escritos esta frase que una vez escuché a un sacerdote: «Sin la oración estamos perdidos».  Es fundamental para nuestra salud espiritual y nuestra cercanía con Dios «orar siempre sin desfallecer», como nos pedía Jesús.

El demonio sabe que si no rezas podrás caer con facilidad en sus múltiples tentaciones de la carne, los malos deseos, la pornografía, los vicios, el robo, el orgullo, la codicia; por eso hace todo lo que puede para desanimarte y que no reces.

¿Qué es la oración? 

¿Te has preguntado alguna vez por qué es tan importante rezar y fortalecer con los sacramentos nuestras almas? Primero veamos lo que es la oración. Debes saberlo y estar consciente de ello para comprender su urgente necesidad.

Decía santa Teresita del Niño Jesús en su maravillosa obra Historia de un Alma: «Para mí, la oración es un impulso del corazón, una sencilla mirada lanzada hacia el cielo, un grito de reconocimiento y de amor tanto desde dentro de la prueba como en la alegría».

Y, ¿qué nos indica el Catecismo de la Iglesia Católica?

2559 «La oración es la elevación del alma a Dios o la petición a Dios de bienes convenientes» (San Juan Damasceno) ¿Desde dónde hablamos cuando oramos? ¿Desde la altura de nuestro orgullo y de nuestra propia voluntad, o desde «lo más profundo» (Sal 130, 1) de un corazón humilde y contrito? El que se humilla es ensalzado (cf Lc 18, 9-14)».

La humildad es la base de la oración. «Nosotros no sabemos pedir como conviene» (Rm 8, 26). La humildad es una disposición necesaria para recibir gratuitamente el don de la oración: el hombre es un mendigo de Dios (San Agustín).

El Papa Francisco en uno de sus tuits (oct 30, 2021) ha dicho sabiamente: «Cuando rezamos, nunca lo hacemos solos: aunque no lo pensemos, estamos inmersos en un majestuoso río de invocaciones que nos precede y continúa después de nosotros».

¿Cómo va tu oración cotidiana? Tal vez descuidaste la oración o no rezas como debes o piensas que no vale la pena porque Dios no te escucha. 

Haz la prueba retorna a la oración fervorosa, esa que te permite experimentar la presencia de Dios y luego me cuentas. He visto cómo la oración nos ayuda a salir adelante y a encontrar respuestas a muchas inquietudes.

Cuéntame cómo te fue con la oración. Te paso mi email personal  cv2decastro@hotmail.com

¡Dios te bendiga!

Fuente: Aleteia

lunes, 22 de agosto de 2022

DEVOCIONES Y ORACIONES A MARIA



Las devociones marianas son algunas normas de piedad u oraciones que nos ayudan a crecer en ese amor filial, cercano, íntimo que tenemos con la Santísima Virgen.

Además, nos ayudan a recordar que, aunque Ella haya subido a los Cielos, permanece junto a nosotros. Aunque sea Reina, ¡es Madre! Y nosotros somos – verdaderamente – sus hijos.

En este artículo quiero compartirte algunas de estas devociones y oraciones a María que pueden ayudarnos en eso: sabernos hijos de Ella.

¡Y queremos ser muy buenos hijos! Por eso, aquí van unas cuantas devociones marianas, algunas de las cuales puedes convertir en hábitos que te tomarán hasta menos de un minuto.

¡Aquí van!

1. ¿Tienes una fotografía de tu Madre?

oraciones a María, 8 hábitos de buenos hijos que podemos tener con nuestra Madre

Muchos hijos tienen alguna fotografía de sus madres en sus casas. En el recibidor, en la sala, en la habitación, en el lugar de trabajo.

De la misma manera, ¡que no te falte una imagen de tu Madre! Muchos la tienen en un pequeñito altar en su trabajo u hogar, y ahí está Ella presente.

2. Salúdala al llegar o salir de tu casa

oraciones a María, 8 hábitos de buenos hijos que podemos tener con nuestra Madre

Además, si tienes un cuadro de Ella en los espacios en los que te mueves, puedes dedicarle una mirada al entrar y salir de la habitación.

Así como haces cuando entras a una habitación y está tu madre, la saludas. O cuando sales de la casa, te despides de ella. También dedícale una mirada a Ella, pues será un saludo y un “hasta pronto”.

3. ¡Que no falten las palabras cariñosas!

devociones marianas

De seguro hay momentos en los que le dices «te quiero» o alguna palabra de cariño a tu madre. O «¡qué linda estás!, ¡me gusta tu blusa!, ¡ese corte te queda fantástico!».

De la misma manera, las jaculatorias son palabras de amor y pequeños piropos que dirigimos a nuestra Madre.

Son pequeñas oraciones que podemos dedicarle con mucho afecto, como, por ejemplo: «¡Bendita Tú que has creído!», «Dulce Corazón de María, sed la salvación del alma mía», «bendita sea tu pureza y eternamente lo sea», «alégrate, María, llena eres de gracia» y las que tú quieras añadir. O inventar, pues el amor es creativo.

4. «¡Buenas noches!»

devociones marianas

Así como los niños se despiden de sus madres antes de dormir – y muchos adultos las llaman por teléfono antes de acabar el día -, verás lo hermoso que es dormir luego de darle a Ella también las «buenas noches».

Una costumbre es rezar tres avemarías antes de dormir, pidiendo la santa pureza propia y para los demás. Entre las oraciones a María, esta es una muy bonita, porque es, como digo, similar a decirle «buenas noches».

Nuestro último pensamiento del día, se lo lleva Ella.

5. Los buenos hijos recuerdan cumpleaños

oraciones a maria

…y aniversarios. Cuando se acerque una celebración de la Virgen, festeja con Ella. Además de rezar alguna de estas devociones marianas u oración que quieras dedicarle, puedes, literalmente, festejar con Ella.

Por ejemplo, tómate un chocolate. Sal a merendar. Ponte alguna ropa que te pondrías cuando sales a festejar el cumpleaños de tu madre.

De paso, te cuento: cuando celebramos un cumpleaños, a veces felicitamos al agasajado y luego a la madre, como «¡y felicidades también a ti, que eres la mamá!». Qué lindo detalle si, por ejemplo, en Navidad, luego de felicitar a Jesús, también le felicitamos a Ella y nos unimos a su gozo.

6. Detalles de cariño

oraciones a maria

Sábado es el día dedicado especialmente a María. Ese día puedes tener algún gesto especial con Ella, como una pequeña oración o mortificación. Puedes rezar una oración de consagración a Ella, por ejemplo.

Pero, además, puedes hacer lo que hacen los hijos: llévale flores, ve a visitarla (a un santuario, por ejemplo) aunque sea un rato o hazle un pequeño regalo (como un acto de caridad).

7. Charla con Ella

oraciones a maria

De seguro muchos tienen largas conversaciones con sus madres. Con nuestra Madre, tenemos una de las devociones marianas «por excelencia»: el rosario.

Cuando rezo el rosario, me imagino que estoy sentada – o caminando – con mi Madre y cada avemaría (que es una preocupación, una intención o pedido) es parte de la conversación.

8. Recuérdale momentos felices

oraciones a maria

Casi automáticamente, las charlas con las madres pueden tomar el tono de «¿y te acuerdas de…?». ¡Y qué felices se ponen cuando pueden volver a contar cómo conocieron a su esposo o cuando nos vieron nacer!

Por eso, el Ángelus y el Regina Coeli son otras de las devociones marianas más preciosas. Porque le recuerdan a María los momentos más felices de su vida: cuando el Ángel le anunció que sería madre, cuando dijo «sí» a su vocación, cuando nació Su Hijo, cuando volvió a verle y, al verle, alegrarse porque todas las promesas divinas se cumplieron.

Creo que hay muchas otras devociones marianas muy buenas y preciosas. Estas son algunas con las que puedes empezar a decir: «Mamá, deseo tener una verdadera relación Madre-hijo contigo». ¡Qué feliz se pondrá!

Escrito por María Belén Andrada

Catholic-link.com


jueves, 4 de agosto de 2022

OBLIGACION DEL HOMBRE: ORAR Y AMAR

 


Todos los días nos levantamos con ganas de pasarnos un tiempo precioso para estar a tempranas horas con Dios. El nos abre los ojos, la mente y el corazón, y a sabiendas, de que es El quien lo hace cada mañana, las distracciones se apoderan de los nuestros pensamientos y entramos al terreno para enfrentar esa tan temible "batalla espiritual" que sin la fuerza del Espíritu Santo, no podemos jamás controlar. Entonces es hora de refugiarnos en el Salmo 70,2 y clamar por su ayuda inmediata: "Dios mío, ven en mi auxilio; Señor, date prisa en socorrerme.

Estos son los medios eficaces a los cuales debemos acudir de inmediato, para que sea el mismo Dios que dirija nuestra imaginación y acción a su voluntad, a su querer, a adorarle, glorificarle siempre en TODO lo que pensemos, hablemos y hagamos.

Esta mañana, mientras escuchaba la Celebración Eucarística, hoy jueves de Adoración al Santísimo, día del Santo Juan María Vianney, mas conocido como el Santo Cura de Ars, Patrono de los Sacerdotes, entro a las redes para conocer mas de su santidad, y comparto este articulo publicado por "Frases Celebres de Santos y sus Vidas".

"Consideradlo, hijos míos: el tesoro del hombre cristiano no está en la tierra, sino en el cielo. Por esto, nuestro pensamiento debe estar siempre orientado hacia allí donde esta nuestro tesoro. 

El hombre tiene un hermoso deber y obligación: orar y amar. Si oráis y amáis, habréis hallado la felicidad en este mundo.

La oración no es otra cosa que la unión con Dios. Todo aquel que tiene el corazón puro y unido a Dios, experimenta en si mismo como una suavidad y dulzura que lo embriaga, se siente como rodeado de una luz admirable.

En esta intima unión, Dios y el alma son como dos trozos de cera fundidos en uno solo, que ya nadie puede separar. Es algo muy hermoso esta unión de Dios con su pobre criatura: es una felicidad que supera nuestra comprensión.

Nosotros nos habíamos hecho indignos de orar, pero Dios, por su bondad, nos ha permitido hablar con El. Nuestra oración es el incienso que mas le agrada.

Hijos míos, vuestro corazón es pequeño, pero la oración lo dilata y lo hace capaz de amar a Dios. La oración es una degustación anticipada del cielo, hace que una parte del paraíso baje hasta nosotros. Nunca nos deja sin dulzura; es como una miel que se derrama sobre el alma y lo endulza todo.

En la oración hecha debidamente, se funden las penas como la nieve ante el sol.
Otro beneficio de la oración es que hace que el tiempo transcurra tan aprisa y con tanto deleite, que ni se percibe su duración. Mirad: cuando era párroco en Bresse, en cierta ocasión, en que casi todos mis colegas habían caído enfermos, tuve que hacer largas caminatas, durante las cuales oraba al buen Dios, y creedme, que el tiempo se me hacía corto.
Hay personas que se sumergen totalmente en la oración como los peces en eI agua, porque están totalmente entregadas al buen Dios. Su corazón no esta dividido. ¡Cuánto amo a estas almas generosas! San Francisco de Asís y santa Coleta veían a nuestro Señor y hablaban con del mismo modo que hablamos entre nosotros.
Nosotros, por el contrario, ¡cuántas veces venimos a la Iglesia sin saber lo que hemos de hacer o pedir! Y, sin embargo, cuando vamos a casa de cualquier persona, sabemos muy bien para qué vamos.

Hay algunos que incluso parece como si le dijeran al buen Dios: "Sólo dos palabras, para deshacerme de ti..." Muchas veces pienso que cuando venimos a adorar al Señor, obtendríamos todo lo que le pedimos si se lo pidiéramos con una fe muy viva y un corazón muy puro.

Juan María Vianney