miércoles, 29 de septiembre de 2021

TESTIMONIO EJERCICIO DE LA PEREGRINACION DE SANACION





Durante el mes de Octubre, el centro MAGDALA, en Tierra Santa, a través de su fundador P. Juan María Solana, realizará su tercera peregrinación virtual, esta vez con el nombre de: "PEREGRINACION DE SANACION" de la mano de María Magdalena.

Quién era María Magdalena? Su nombre se deriva de Magdala, población situada sobre la orilla del Mar de Galilea, donde Jesús la encontró por primera vez. Era una mujer que tenía fama de pecadora.

El Evangelio de Lucas 7,36, relata, que Jesús estaba cenando en casa de un fariseo, y cuando ella se entero de que Jesús estaba allí comiendo, se presento en la casa del fariseo con un frasco de alabastro lleno de perfume. Llorando se arrojo a los pies de Jesús, y sus lagrimas le bañaban los pies, luego se los secó con los cabellos, también se los besaba y los ungía con el perfume.

Al ver esto, el fariseo dijo para sí: "Si este hombre fuera profeta, sabría quién y qué clase de mujer es que le toca, que es pecadora". Jesús se dio cuenta y le dijo en parábola sobre dos hombres que debían a un prestamista, uno 500 y otro 50. Como no tenían con que pagarle, les perdonó la deuda a los dos. Jesús le pregunto cuál de los dos lo amará mas. El fariseo contestó, supongo que aquel al que mas le perdonó. Has juzgado bien, le contestó Jesús, si ella ha amado mucho, es que sus muchos pecados le han sido perdonado, al que poco se le perdona poco ama. Entonces le dijo a María Magdalena: Tus pecados quedan perdonados, tu fe te ha salvado, vete en paz!

El P. Juan María Solana nos invitó a realizar un ejercicio de la peregrinación, con el objetivo de identificarnos con esa vasija que ha sido dañada y hecha pedazos, pero que ahora se entrega en manos del Alfarero y del médico de alma y cuerpo. Rompemos hoy nuestra vasija para ir pegando poco a poco esos trozos rotos, a lo largo de toda la peregrinación. Dios, en su infinito amor, nos hace nuevos.

Los afanes del diario vivir nos hacen centrar el tiempo en las cosas vanas, por las cuales nos va llevando el mundo en su aceleración constante, y a sabiendas, de que se había anunciado con anticipación la realización de este ejercicio con la vasija, ese mismo día busqué por toda la casa y no encontré ni un adorno hecho de barro.

Desde este momento, quiero compartir mi testimonio con este muy significativo ejercicio que nos va a llevar a la sanidad de nuestro pasado, de esas cosas que a veces nos da mucho miedo remover, pero que son tan necesarias entregarlas al Señor para sentir liberación y continuar firmemente en la fe.

Primero agradecer a mi Dios Creador por permitirme conocer al Padre Juan María Solana y Magdala. 

Quería encontrar una tinaja tan hermosa como la del Padre Juan, pero pasaron los días y justo el mismo día, y faltando horas para el inicio de este ejercicio, pedí a mi esposo que me llevara rápido a una tienda a comprarla.

Como lo imaginé, no encontré la tinaja que quería, pero saliendo de la tienda, vi unas tazas de cerámica muy bonita y de buen tamaño, de color verde manzana, y atrajo mi atención por su hermosura y delicadeza.

Cuando mi hija la vio quedó encantada por el brillo, el tamaño, la elaboración de la taza y me preguntó dónde la iba a usar, le comenté que fue lo que encontré como vasija para el ejercicio de romperla en este día, como punto de partida para vivir la Peregrinación de Sanación, con María Magdalena.

Desde que la tuve en mis manos, comencé a hablar con Dios y a dar gracias por la bendición de haberme formado desde el vientre de mi madre, tan linda, pura, ingenua  tierna, y desde esas primeras palabras, he estado en un mar de lágrimas, pues algo tan hermoso como es nuestra vida, regalo del más sublime amor de Dios, nosotros por no conocerlo a tiempo, por ignorancia, desconocimiento, casi siempre por desobediencia, vamos destrozando poco a poco, la más perfecta obra de sus manos, a su imagen y semejanza, el ser humano.

Pedí perdón por todos mis pecados, errores y equivocaciones que recordaba con facilidad, y con el tazón en mis manos, lo aferraba fuertemente y pedía perdón, no puede ser que algo tan hermoso, hecho por las manos del Señor, mi Alfarero, lo he despedazado en tantos acontecimientos de mi vida.

Ya sabía que tenía que colocarlo en una bolsa de tela, sentí que esa es la protección de nuestros padres, envueltos en el amor de Dios, para cuando tropecemos, caigamos, nos rompamos, todas las piezas puedan quedar en un solo lugar y no falten cuando venga nuestro Señor a hacernos de nuevo.

Fui al patio de mi casa, hice una breve oración, que aumentó mucho más mis lágrimas de arrepentimiento, y dejé caer la bolsa, el tazón hizo un ruido fuerte de roturas, con un poco de pena, pero con ánimos de confianza en mi Señor, tomé la bolsita y hasta la sentí más pesada que cuando el tazón estaba entero.

Vi un poco los fragmentos de las piezas, y en medio de mis lágrimas, estoy confiada en que Dios irá pegando cada una de ellas, con tanto amor, delicadeza y detalles que voy a quedar como CRIATURA NUEVA. Fue muy impactante este ejercicio, porque solo Dios es el único que conoce nuestro interior y conoce la manera de hacerme de nuevo según su plan perfecto.

Gracias infinitas primero a mi Padre Celestial, por este gran privilegio que nos concede, a través de todos ustedes, Padre Juan María Solana y todo el equipo de Magdala,  por esta bendecida peregrinación.


DIOS LES BENDIGA GRANDE Y ABUNDANTEMENTE!!!


JOSELIN

jueves, 2 de septiembre de 2021

LANZA LAS REDES EN NOMBRE DE JESUCRISTO.


Mientras escuchaba la homilía por la plataforma virtual de Magdala.org, por el Párroco Alvaro Maria Garcia, L.C. quise compartir el contenido de la misma, pues ha sido de mucha inspiración para mi recordar las tantas veces que el Señor nos invita a no tener miedo y remar mar adentro. 

El Evangelio de hoy 2 de septiembre, Lucas 5, 1-11, nos recuerda la pesca de Pedro y la confianza puesta en la palabra y en el nombre de Jesús:

1.Cierto día la gente se agolpaba a su alrededor para escuchar la palabra de Dios, y él estaba de pie a la orilla del lago de Genesaret. 

2.En eso vio dos barcas amarradas al borde del lago; los pescadores habían bajado y lavaban las redes. 

3.Subió a una de las barcas, que era la de Simón, y le pidió que se alejara un poco de la orilla; luego se sentó y empezó a enseñar a la multitud desde la barca. 

4.Cuando terminó de hablar, dijo a Simón: «Lleva la barca mar adentro y echen las redes para pescar.» 

5.Simón respondió: «Maestro, por más que lo hicimos durante toda la noche, no pescamos nada; pero, si tú lo dices, echaré las redes.» 

6.Así lo hicieron, y pescaron tal cantidad de peces, que las redes casi se rompían.

 7.Entonces hicieron señas a sus compañeros que estaban en la otra barca para que vinieran a ayudarles. Vinieron y llenaron tanto las dos barcas, que por poco se hundían. 

8.Al ver esto, Simón Pedro se arrodilló ante Jesús, diciendo: «Señor, apártate de mí, que soy un hombre pecador.» 

9.Pues tanto él como sus ayudantes se habían quedado sin palabras por la pesca que acababan de hacer. 

10.Lo mismo les pasaba a Santiago y a Juan, hijos de Zebedeo, compañeros de Simón. Jesús dijo a Simón: «No temas; en adelante serás pescador de hombres.» 

11.En seguida llevaron sus barcas a tierra, lo dejaron todo y siguieron a Jesús."

Evangelio según San Lucas, 5 - Bíblia Católica Online

Mar de Galilea, Tiberíades


Homilía: Ayer en la noche, leyendo el pasaje del Evangelio, precisamente a orillas del ese mismo Lago, ya había oscurecido, en un ambiente de mucha paz y serenidad, me imaginaba a Simón Pedro y su hermano Andrés, y la otra barca de Santiago y Juan que salían para trabajar, y pasar toda la noche pescar, era su faena, su empresa, se ganaban la vida, eran socios. 

Ellos no se imaginaban que al día siguiente regresarían a la orilla con las redes mojadas, vacías, quizás rotas, no habían pescado nada, estaban desembarcando, lavando y remendando las redes, cuando de repente llega una multitud de personas que quieren escuchar las enseñanzas y la palabra de Jesús, y Jesucristo emplea la barca de Simón Pedro como púlpito, como plataforma, desde la cual, sentado, se dirige a la multitud y les va enseñando con calma, de lo fundamental, del Reino de los Cielos.

Después que termina sus enseñanzas le pide a Pedro que reme mar adentro, en latín, Duc in Altum, nombre que tiene la iglesia en  Magdala.  Jesús le dice a Pedro Duc in Altum  rema mar adentro, no tengas miedo, lanza las redes para pescar. Esto es lo que tenemos que hacer nosotros en esta vida, el Señor te dice Duc in Altum, tienes una travesía que realizar en tu vida, zarpamos cuando nacemos y llegamos hasta la otra orilla cuando morimos. En el momento que hemos nacido, que hemos zarpado, es que inicia nuestro viaje de la vida, tenemos que navegar superando obstáculos y dificultades para poder llegar a la otra orilla, a la orilla de la eternidad, la del Reino de los Cielos.
No hay vuelta atrás, tenemos una sola vida, una sola travesía, y en el camino nos podríamos hundir, podríamos naufragar, quien quiere fracasar, por nuestra fe por nuestra creencia, queremos con la ayuda de Dios llegar a la orilla, al Reino de los Cielos, para gozar allí por toda la eternidad

Sin embargo el Evangelio nos deja una enseñanza cuando Pedro, Andrés, Juan y Santiago, trabajan con sus propias fuerzas no recogen fruto, sin embargo, cuando Pedro dice en tu nombre lanzaré la red, aquí esta la diferencia.
En nombre de quién hacemos nosotros las cosas?, en nuestro propio nombre?, para nuestra propia vanidad?, para nuestra propia realización?, para esperar reconocimiento, aplauso?,  y seamos tomados en cuenta y en consideración?, o mas bien, hacemos las cosas en nuestra vida en nombre de Jesús. 
En tu nombre lanzaré las redes dice Simón Pedro, y el Señor lo bendijo con una pesca abundante. Los frutos llegan cuando depositamos nuestra fe y nuestra confianza en el Dios nuestro Señor, pero para  eso hay que romper las amarras,  hay que zarpar, dejar esas falsas seguridades que da estar en un  pedazo de tierra.
El mar encierra misterios, en el mar nos sentimos inseguros, continuemos adelante mirando siempre a Jesús que nos dice Duc in Altum, rema mar adentro en Jesús, sin miedo, lanza las redes para pescar y sigamos este viaje hacia la eternidad, es lo que quiere el Señor, recibirnos, esa es nuestra misión. 

Busca las cosas del cielo, no las del mundo que son pasajeras. El Señor nos espera para darnos la recompensa eterna. Que así sea.