jueves, 21 de marzo de 2019

LOS ESCALONES DE DIOS

La vida no siempre termina siendo como uno espera. Hacemos tantos planes y al final muchos se caen como un castillo de barajas. Mi vida siempre ha sido una aventura espiritual.  Quise dedicarla a mi familia y la búsqueda de Dios. Él ha estado presente en cada momento: de alegrías, dificultades, triunfos.

Aprendí algo con los años: pase lo que pase estaré tranquilo, porque sé con una certeza absoluta que DIOS es mi Padre y ME AMA.  Me sé amado desde una eternidad. ¿Qué más puedo desear en este mundo?

Él nos ama a todos de una manera que jamás podremos comprender.
“Porque tanto amó Dios al mundo que dio a su Hijo único, para que todo el que crea en él no perezca, sino que tenga vida eterna” (Juan 3, 16).
Dios tiene una pedagogía muy particular con nosotros. Nos conoce bien y sabe que las seguridades de este mundo pueden alejarnos de Él.  Lo he visto en innumerables personas. De pronto los nombran en el Gobierno, reciben una herencia, hacen un buen negocio, se crecen, se hacen importantes… y se olvidan de Dios,  lo alejan de sus vidas.

Entonces llegan las tormentas y azotan sus vidas. Y recuerdan que hay un Dios.
Un amigo me dijo recientemente: “No comprendo por qué debemos esperar a que lleguen las dificultades para buscar a Dios. Debiéramos hacerlo con naturalidad ahora que nos va bien. Buscarlo todos los días, cada momentos de nuestras vidas”.

A menudo siento que hay escalones para llegar a Dios. Todos basados en Su Palabra.
                   El primer escalón se llama Humildad.
                  El segundo: confianza.
                  El tercero: perdón
                  El cuarto: la misericordia.
                 El quinto: abandono.
                 El sexto: amor.
                 El séptimo: la oración

Y así, uno tras otro.
Subimos cada escalón en el transcurso de nuestras vidas. De esta forma Dios nos va perfeccionando, dando forma, puliendo, cincelando. Para que al final de nuestras vidas podamos pasar una gloriosa eternidad junto a Él.

A menudo queremos quedarnos en uno de los escalones, nos sentimos a gusto, cómodos. Cultivamos esa virtud, la perfeccionamos. Pensamos que vamos bien porque hemos logrado perdonar y amar.

Como te sientes tan cómodo y no deseas avanzar y crecer espiritualmente Dios te da unos empujoncitos yte “pone en camino”.  Es en ese momento cuando llegan las dificultades. Y recuerdas lo pasajero que es nuestro mundo, que la vida es apenas un soplo… y empiezas a andar.
Dios es maravilloso.
Si no hubiese permitido las dificultades que cada día enfrento, si hubiese apaciguado los  problemas que me asechan, nunca habría escrito mis libros ni estos blogs, ni habría buscado el consuelo celestial, abandonándome en su Amor.

Ha valido la pena. Todo lo que estoy pasando vale la pena.
No conozco el desenlace, pero espero lo mejor.
Lo que Dios quiera, cuando Él lo quiera.
Mientras, seguiré  escribiendo, reflexionando, buscando el Amor infinito de Dios.


 Claudio de Castro