domingo, 11 de julio de 2021

SE ORA COMO SE VIVE PORQUE SE VIVE COMO SE ORA

 


SE ORA COMO SE VIVE, PORQUE SE VIVE COMO SE ORA

Lo primero es lo primero, sin importar cómo y dónde nos encontremos. Por eso invitamos al Espíritu Santo de Dios, para que sea quien dirija y organice  el contenido de esta publicación. Espíritu Santo, ven y quédate en nuestra mente y corazón, necesitamos de tu presencia real para entender el mensaje que hoy nuestro Padre nos quiere enseñar a través del Catecismo de la Iglesia Católica, en su numeral 2725. 

A partir del 1ro. de Julio he iniciado vía online, los Ejercicios Espirituales de San Ignacio de Loyola, con motivo de la celebración de su festividad el 31 de Julio, y son 30 días de ejercicios de meditación y contemplación, muy bien dirigida por el Padre Gustavo Lombardo (Argentina).

Antes de iniciar, como preámbulo, nos informan sobre la constancia, perseverancia, disposición, silencio, oración, entrega, abandono, y sobretodo evitar todo tipo de distracción. 

Los he iniciado con mucho entusiasmo, pero he permitido que entre la distracción y los afanes de cada día, para ir posponiendo la realización de estos Ejercicios Espirituales que tanto he deseado hacer, y aún no lo he logrado.

Pedí ayuda al grupo de sacerdotes que ofrecen este servicio para mantener mi motivación activa:                                           

Hola hermanos en Cristo.


Realmente es importante saber, que además del contenido visual y textual de estos Ejercicios Espirituales, podemos contar con un equipo de hermanos que están intercediendo por nosotros para ayudarnos a perseverar en los mismos, y que podemos consultarles de manera real, cualquier duda, inquietud, explicación, observación. También darnos seguimiento directo, sobretodo en las primeras pláticas, porque antes de iniciar le ponemos muchas ganas, pero luego acomodamos el tiempo a nuestro antojo, y pasamos a otro plano este retiro de salvación tan necesario para nuestras vidas y la de los nuestros.


Les solicito de apoyo y seguimiento, estoy contenta por haber iniciado, los EE, me siento completamente identificada con el contenido que hasta hoy he visto, reconozco la veracidad de cada exponencia, pero me arropan las distracciones tan constantes, y me entristece, porque aún pidiendo al Espíritu Santo, sigo debilitada en la constancia que se requiere.


Soy Sub-Coordinadora de una comunidad de parejas de mi Parroquia, pertenezco al grupo de Liturgia, me mantengo activa y participativa en los asuntos de la iglesia, pero hoy me siento como un cántaro viejo que solo suena y hace ruido.


He tenido hermosas experiencias con el Señor, la Vírgen María, mis ángeles, pero me cuesta tanto hacer el Santo Rosario. Les ruego que por favor me tomen de una de sus manos, para sentirme guiada, seguir avanzando con más firmeza en este hermoso caminar de santidad, necesito de ese apoyo directo, porque quiero y debo cambiar y mejorar hasta lograr volver a tener esa comunión con Dios, que en medio de mis distracciones siento que la he perdido.


Muchas gracias por escucharme. Dios les bendiga cada día más. Un abrazo en Cristo.


Joselin

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Verdaderamente me sentí muy feliz de ser escuchada, al momento de recibir esta respuesta:


Estimada Joselin,


Ave María Purísima!


Soy el p. Bernardo Ibarra, IVE, y le ayudaré con su consulta.


Sí, como usted bien dice, hace siempre falta una guía en nuestra vida espiritual y especialmente en los Ejercicios. A veces tenemos necesidad de que se nos repita las cosas que ya sabemos.


  1. 1.Las distracciones son cosas normal, y no hay de asustarse por tenerlas. Hay que, ciertamente, luchar contra ellas y hacer todo lo posible para no dejarse guiar por ellas. De todos modos, cuando nos distraemos involuntariamente, no tenemos culpa, aunque no es ciertamente lo mejor. Le aconsejo entonces que no se desanime por las tentaciones y distracciones que pueda tener en el camino de los Ejercicios. Son parte de la prueba y de los Ejercicios. Tiene que aprovechar los distracciones para humillarse y volverse al Señor con más fuerzas todavía. Somos de barro... por eso tenemos distracciones, y el Señor las permite para que justamente nos humillemos y nos volvamos a Él con más fuerzas.

  2. 2.¿Cómo un cántaro viejo? Sí, suele pasar que nos desganamos con las cosas del Señor y nos falta el amor. Aún así, debemos seguir para adelante, sabiendo que nuestra fe no se guía por lo que sentimos sino por lo que sabemos. No se guíe por sus sentimientos, porque estos son muy cambiantes. Aférrese a la fe y siga para adelante, aún en medio de las tristezas y faltas de ganas. Eso es lo que agrada mucho a Dios, que aunque nos cuesta, igual lo hacemos.


Dios la bendiga! Y siga haciendo los Ejercicios con grande ánimo.


P. Bernardo

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En este preciso momento, tengo pendiente de realizar cinco (5) días de los Ejercicios Espirituales, estoy muy atrasada. Me han envuelto los compromisos del hogar, la familia, la recién llegada del perrito, entre tantas vanalidades que ofrece el mundo sin darnos cuenta.

Hoy me he propuesto hacerlos todos juntos, cosa que no es recomendable, pero quiero recuperar el tiempo perdido, estar al día, y reconozco que son las mismas DISTRACCIONES que siguen ocupando un lugar privilegiado en mi interior, y no he podido hacerle frente con valentía, firmeza y decisión, y la ayuda incesante a mi Padre Dios, en sus Tres Personas.

Entonces, como nuestro Padre siempre está pendiente a nuestras intenciones cuando son puras de corazón, al iniciar la búsqueda para la actualización, me encontré con un video, sin buscarlo, que habla exactamente del combate que estoy luchando.

¿No es una milicia lo que hace el hombre en la tierra? (Job 7, 1). Milicia es la técnica de hacer la guerra y de preparar a los soldados para ella.

Su contenido está basado en el COMBATE DE LA ORACION del Catecismo Católico (2725), el cual pasaré textualmente para fines de estar edificados en el conocimiento que nos ofrece.

2725 La oración es un don de la gracia y una respuesta decidida por nuestra parte. Supone siempre un esfuerzo. Los grandes orantes de la Antigua Alianza antes de Cristo, así como la Madre de Dios y los santos con Él nos enseñan que la oración es un combate. ¿Contra quién? Contra nosotros mismos y contra las astucias del Tentador que hace todo lo posible por separar al hombre de la oración, de la unión con su Dios. Se ora como se vive, porque se vive como se ora. El que no quiere actuar habitualmente según el Espíritu de Cristo, tampoco podrá orar habitualmente en su Nombre. El “combate espiritual” de la vida nueva del cristiano es inseparable del combate de la oración.

I. Obstáculos para la oración

2726 En el combate de la oración, tenemos que hacer frente en nosotros mismos y en torno a nosotros a conceptos erróneos sobre la oración. Unos ven en ella una simple operación psicológica, otros un esfuerzo de concentración para llegar a un vacío mental. Otros la reducen a actitudes y palabras rituales. En el inconsciente de muchos cristianos, orar es una ocupación incompatible con todo lo que tienen que hacer: no tienen tiempo. Hay quienes buscan a Dios por medio de la oración, pero se desalientan pronto porque ignoran que la oración viene también del Espíritu Santo y no solamente de ellos.

2727 También tenemos que hacer frente a mentalidades de “este mundo” que nos invaden si no estamos vigilantes. Por ejemplo: lo verdadero sería sólo aquello que se puede verificar por la razón y la ciencia (ahora bien, orar es un misterio que desborda nuestra conciencia y nuestro inconsciente); es valioso aquello que produce y da rendimiento (luego, la oración es inútil, pues es improductiva); el sensualismo y el confort adoptados como criterios de verdad, de bien y de belleza (y he aquí que la oración es “amor de la Belleza absoluta” [philocalía], y sólo se deja cautivar por la gloria del Dios vivo y verdadero); y por reacción contra el activismo, se da otra mentalidad según la cual la oración es vista como posibilidad de huir de este mundo (pero la oración cristiana no puede escaparse de la historia ni divorciarse de la vida).

2728 Por último, en este combate hay que hacer frente a lo que es sentido como fracasos en la oración: desaliento ante la sequedad, tristeza de no entregarnos totalmente al Señor, porque tenemos “muchos bienes” (cf Mc 10, 22), decepción por no ser escuchados según nuestra propia voluntad; herida de nuestro orgullo que se endurece en nuestra indignidad de pecadores, difícil aceptación de la gratuidad de la oración, etc. La conclusión es siempre la misma: ¿Para qué orar? Es necesario luchar con humildad, confianza y perseverancia, si se quieren vencer estos obstáculos.

II. La humilde vigilancia de la oración

Frente a las dificultades de la oración

2729 La dificultad habitual de la oración es la distracción. En la oración vocal, la distracción puede referirse a las palabras y al sentido de estas. La distracción, de un modo más profundo, puede referirse a Aquél al que oramos, tanto en la oración vocal (litúrgica o personal), como en la meditación y en la oración contemplativa. Dedicarse a perseguir las distracciones es caer en sus redes; basta con volver a nuestro corazón: la distracción descubre al que ora aquello a lo que su corazón está apegado. Esta humilde toma de conciencia debe empujar al orante a ofrecerse al Señor para ser purificado. El combate se decide cuando se elige a quién se desea servir (cf Mt 6,21.24).

2730 Mirado positivamente, el combate contra el ánimo posesivo y dominador es la vigilancia, la sobriedad del corazón. Cuando Jesús insiste en la vigilancia, es siempre en relación a Él, a su Venida, al último día y al “hoy”. El esposo viene en mitad de la noche; la luz que no debe apagarse es la de la fe: “Dice de ti mi corazón: busca su rostro” (Sal 27, 8).

2731 Otra dificultad, especialmente para los que quieren sinceramente orar, es la sequedad. Forma parte de la oración en la que el corazón está desprendido, sin gusto por los pensamientos, recuerdos y sentimientos, incluso espirituales. Es el momento en que la fe es más pura, la fe que se mantiene firme junto a Jesús en su agonía y en el sepulcro. “El grano de trigo, si [...] muere, da mucho fruto” (Jn 12, 24). Si la sequedad se debe a falta de raíz, porque la Palabra ha caído sobre roca, no hay éxito en el combate sin una mayor conversión (cf Lc 8, 6. 13).

Frente a las tentaciones en la oración

2732 La tentación más frecuente, la más oculta, es nuestra falta de fe. Esta se expresa menos en una incredulidad declarada que en unas preferencias de hecho. Cuando se empieza a orar, se presentan como prioritarios mil trabajos y cuidados que se consideran más urgentes; una vez más, es el momento de la verdad del corazón y de su más profundo deseo. Mientras tanto, nos volvemos al Señor como nuestro único recurso; pero ¿alguien se lo cree verdaderamente? Consideramos a Dios como asociado a la alianza con nosotros, pero nuestro corazón continúa en la arrogancia. En cualquier caso, la falta de fe revela que no se ha alcanzado todavía la disposición propia de un corazón humilde: «Sin mí, no podéis hacer nada» (Jn 15, 5).

2733 Otra tentación a la que abre la puerta la presunción es la acedia. Los Padres espirituales entienden por ella una forma de aspereza o de desabrimiento debidos a la pereza, al relajamiento de la ascesis, al descuido de la vigilancia, a la negligencia del corazón. “El espíritu [...] está pronto pero la carne es débil” (Mt 26, 41). Cuanto más alto es el punto desde el que alguien toma decisiones, tanto mayor es la dificultad. El desaliento, doloroso, es el reverso de la presunción. Quien es humilde no se extraña de su miseria; ésta le lleva a una mayor confianza, a mantenerse firme en la constancia.

IV. Perseverar en el amor

2742 “Orad constantemente” (1 Ts 5, 17), “dando gracias continuamente y por todo a Dios Padre, en nombre de Nuestro Señor Jesucristo” (Ef 5, 20), “siempre en oración y suplica, orando en toda ocasión en el Espíritu, velando juntos con perseverancia e intercediendo por todos los santos” (Ef 6, 18).“No nos ha sido prescrito trabajar, vigilar y ayunar constantemente; pero sí tenemos una ley que nos manda orar sin cesar” (Evagrio Pontico, Capita practica ad Anatolium, 49). Este ardor incansable no puede venir más que del amor. Contra nuestra inercia y nuestra pereza, el combate de la oración es el del amor humilde, confiado y perseverante. Este amor abre nuestros corazones a tres evidencias de fe, luminosas y vivificantes:

2743 Orar es siempre posible: El tiempo del cristiano es el de Cristo resucitado que está con nosotros “todos los días” (Mt 28, 20), cualesquiera que sean las tempestades (cf Lc 8, 24). Nuestro tiempo está en las manos de Dios:

«Conviene que el hombre ore atentamente, bien estando en la plaza o mientras da un paseo: igualmente el que está sentado ante su mesa de trabajo o el que dedica su tiempo a otras labores, que levante su alma a Dios: conviene también que el siervo alborotador o que anda yendo de un lado para otro, o el que se encuentra sirviendo en la cocina [...], intenten elevar la súplica desde lo más hondo de su corazón» (San Juan Crisóstomo, De Anna, sermón 4, 6).

2744 Orar es una necesidad vital: si no nos dejamos llevar por el Espíritu caemos en la esclavitud del pecado (cf Ga 5, 16-25). ¿Cómo puede el Espíritu Santo ser “vida nuestra”, si nuestro corazón está lejos de él?


Quiero darte gracias mi amado Padre, porque me has revelado estas cosas que le han hecho a mi mente y a mi cuerpo, ponerme frente a las filas de este combate, porque yo se que cuento contigo en todo momento y por siempre. GRACIAS.

Tu hija

Joselin