sábado, 18 de mayo de 2013

VIGILIA DE PENTECOSTES 2013


¡Oh Señor, envía tu Espíritu, que renueve la faz de la tierra! 

VIGILIA DE PENTECOSTES

HOY me levanté con muchas ganas de hacer lo que la semana pasada Dios puso en mi corazón, celebrar una hermosa Vigilia de Pentecostés en mi hogar, con mi familia y me siento en este momento muy animada, por lo que siguiendo las instrucciones de la Guía Mensual del Plan Pastoral de mi amada iglesia Católica, nos hemos preparado a dar inicio a esta extraordinaria celebración, con la siguiente decoración.  

No te pierdas al final de esta hermosa oración.  Bendito seas mi Dios.
















Letra canción

A que tu no sabes lo que en la iglesia pasó
lo que en la iglesia pasó,
lo que en la iglesia pasó.... (bis)

Fue el Espíritu Santo
Fue el Espíritu Santo
Fue el Espíritu Santo que en ella se derramó..... (bis)




Pentecostés quiere decir cincuenta y era una fiesta de los judíos celebrada siete semanas después de la Pascua, que en un primer momento se hacía para celebrar el fin de la cosecha de trigo (Ex. 23,14), que más tarde se convirtió en la fiesta de la renovación de la Alianza, celebrada por Dios y su pueblo a los cincuenta días de la salida de Egipto (2 Cron.15, 10-13).



El Espíritu Santo es la tercera persona de la Santísima Trinidad.  El Espíritu Santo es el Paráclito.  El Espíritu Santo nos libera.  El Espíritu Santo nos da una vida nueva.  Es el poder activo de Dios, es Dios en acción, nos enseña, nos guía, nos consuela, nos santifica y nos da la vida.

Dones del Espíritu Santo:

Don de Sabiduría: Da un gusto por cuanto se refiere a Dios y lleva a estimular y saborear las cosas divinas; discierne lo que se debe hacer o evitar. Es el más excelso de todos los dones.  Nos permite apreciar lo que vemos y presentimos de la obra divina.

Don de Inteligencia: Permite penetrar en los misterios de la fe y la Palabra revelada. El Espíritu Santo nos lleva al camino de la contemplación para acercarse a Dios.  Da las instrucciones acerca de los caminos de Dios, que no se estudian en los libros, sino de rodillas en el reclinatorio.

Don de Consejo: Inspira al hombre lo que debe hacer y lo que debe insinuar a los demás, conforme a la voluntad de Dios.  Es el don de la conducta acertada. Permite estar acorde con lo justo y lo bueno.

Don de Ciencia: Es el don del Espíritu Santo que nos permite acceder al conocimiento.  Permite descubrir la presencia divina en las cosas pequeñas y acontecimientos mayores, para reflexionar, meditar y contemplar.

Don de Fortaleza: Es lo que nos permite ser dóciles a la fuerza y al dinamismo de Dios, que ayuda a resistir a las tentaciones y a vencerlas.  Mueve a cumplir la voluntad divina.  Ayuda en la perseverancia como una fuerza sobrenatural. Nos ayuda a soportar pacientemente y con valentía las dificultades de la vida.

Don de Piedad: El corazón del cristiano no debe ser ni frío ni indiferente.  El calor de la fe y el cumplimiento del bien es el don de la Piedad, que el Espíritu Santo derrama en las almas. Inspira confianza para abandonarse en las manos divinas de Dios.

Don de Temor: Es el cariño de hijo y no de esclavo.  Impide ofender al Padre Celestial.  Hace pensar más en la bondad que en el castigo.  Es el don que nos salva del orgullo, sabiendo que lo debemos todo a la misericordia divina.


En la iglesia esta celebración es muy importante, porque en ella siempre se ha visto el inicio público de la iglesia que se lanza a cumplir su misión de continuadora de la misión de Jesús.  Es el día de la iglesia, de la comunidad cristiana, porque este día y para siempre el Espíritu Santo la anima, la impulsa, la dirige, la fortalece, la conduce, la defiende, la vivifica, le recuerda todo lo que Jesús hizo y dijo, la ilumina y lo hace presente en ella.


Hechos de los Apostoles 2, 1-11

Al llegar el día de Pentecostés, estaban los discípulos todos juntos en el mismo lugar. 

De repente vino del cielo un gran ruido, semejante a la ráfaga de un viento impetuoso, y llenó toda la casa donde se encontraban.

Entonces aparecieron lenguas como de fuego, que se repartían y se posaban sobre cada uno de ellos. 

Todos quedaron llenos del Espíritu Santo y comenzaron a hablar en lenguas extrañas, según el Espíritu los movía a expresarse.

Se encontraban por entonces en Jerusalén judíos piadosos venidos de todas las naciones de la tierra. 

Al oír el ruido, acudieron en masa y quedaron desconcertados, porque cada uno los oía hablar en su propia lengua. 

Todos, sorprendidos y admirados, decían:

«¿No son galileos todos los que hablan? Entonces, ¿cómo es que cada uno de 
nosotros los oímos hablar en nuestra lengua materna? Entre nosotros hay partos, medos, elamitas, y los que vivimos en Mesopotamia, Judea y Capadocia, el Ponto y Asia, Frigia y Panfilia, Egipto y la parte de Libia que limita con Cirene; los romanos que estamos de paso, judíos y prosélitos, cretenses y árabes, todos los oímos proclamar en nuestras lenguas las grandezas de Dios».

Palabra de Dios.



Pentecostés es fiesta grande para la Iglesia. Y es una llamada a abrir los corazones ante las muchas inspiraciones y luces que el Espíritu Santo no deja de susurrar, de gritar. Porque es Dios, porque es Amor, nos enseña a perdonar, a amar, a difundir el amor.

Podemos hacer nuestra la oración que compuso el Cardenal Jean Verdier (1864-1940) para pedir, sencillamente, luz y ayuda al Espíritu Santo en las mil situaciones de la vida ordinaria, o en aquellos momentos más especiales que podamos atravesar en nuestro caminar hacia el encuentro eterno con el Padre de las misericordias.


"Oh Espíritu Santo,
Amor del Padre, y del Hijo:

Inspírame siempre
lo que debo pensar,
lo que debo decir,
cómo debo decirlo,
lo que debo callar,
cómo debo actuar,
lo que debo hacer,
para gloria de Dios,
bien de las almas
y mi propia santificación.

Espíritu Santo,
dame agudeza para entender,
capacidad para retener,
método y facultad para aprender,
sutileza para interpretar,
gracia y eficacia para hablar.

Dame acierto al empezar,
dirección al progresar
y perfección al acabar.
Amén"
 (Cardenal Verdier).


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