viernes, 11 de marzo de 2022

LA ORACION DE ADORACION

 

🔥LA ORACION DE ADORACION

La oración de adoración es una categoría que se encuadra en cualquiera de las modalidades presentadas anteriormente con énfasis en las oraciones de alabanza y acción de gracias.


La oración de adoración se hace, preferentemente, delante del Santísimo Sacramento expuesto en la custodia en las capillas autorizadas, en solemnidades festivas especiales, o también en los días en que las Iglesias programan esa actividad, tradicionalmente los jueves después de las celebraciones de la santa misa.


Siempre fui adepto de la adoración al Santísimo Sacramento.  Como ya antes escribí, esa modalidad de oración fue la gran responsable de un fuerte impulso y un avance notable en mi vida espiritual.  Por esa razón, además de adepto fervoroso, soy también un entusiasta promotor de esta práctica, indicándola principalmente, a aquellas personas que buscan una vida de oración más profunda, más íntima y mucho más rica en términos de crecimiento espiritual.


Para mí, la oración de adoración no es simplemente una acción estática de quedarnos estupefactos o boquiabiertos, delante de la majestad y de la Divinidad de Jesús, ¡es mucho más que eso, es un gesto concreto de fe y confianza en el resultado, vivo presente y activo en medio de nosotros!


Solo se dispone a hacer la adoración al Santísimo Sacramento quien realmente cree que Jesús este vivo presente en la hostia consagrada, sin perder ningún átomo siquiera de su extraordinario poder, como se revela en muchos relatos históricos, narrados en los textos de los cuatro evangelistas.  Si creemos concretamente en su presencia Eucarística y en la oración de adoración, nos sentiremos delante de El como aquellos afortunados que tuvieron la gracia de convivir con Jesús durante su breve paso por la tierra.


Para todas las personas que oran y que tienen la capacidad de crear a su alrededor un ambiente fantástico (consiguiendo imaginar situaciones de fantasía, proporcionadas por nuestra fértilmente), la oración de adoración tiene el poder de “transportarlas” hasta la tierra santa, al monte de los olivos, al mar de Genesaret y a todas las otras localidades descritas por los evangelios, en donde Jesús nació, creció, anduvo, corrió, sufrió, murió, resucito.


Para algunos, eso tal vez pueda parecer sentimentalismo o desvarío, sin embargo, las personas que me confiaron esas experiencias increíbles eran perfectamente normales, lucidas y equilibradas, no demostrando ninguna señal de demencia o desequilibrio emocional ni mental.  Eran, en realidad, personas de oración constante, profundamente místicas y muy sensibles, que parecían tener condiciones esenciales para este tipo de experiencias por la oración.


Por otro lado, la oración de adoración es ideal para que estudiemos los textos bíblicos con mayor profundidad, pues haremos nuestros estudios al lado del Maestro que quiere revelarnos las verdades de las Sagradas Escrituras.


Por esas y por otras infinitas razones, recomiendo la práctica de la oración de adoración al Santísimo Sacramento que, en síntesis, es la oración hecha al Padre junto a Jesús.


🔥LA INTERCESIÓN DE LA VIRGEN MARÍA, MADRE DE DIOS Y MADRE NUESTRA.

No podía dejar de incluir también en este libro sobre la oración una reflexión, fundamentada bíblicamente, sobre la correcta intercesión de nuestra Madre por nosotros; devoción tan difundida entre los católicos, desde el inicio del cristianismo, que a lo largo de los siglos se mantiene sólida, creciente y eficaz entre los fieles principalmente junto a los más simples y a los más puros de corazón, que llegan a ver en María la expresión femenina del amor de Dios a la humanidad.


¿PORQUE NO AMAR A MARIA? 

Me quedo intrigado cuando oigo a los cristianos, ciertamente mal informados, decir que tienen dificultades en aceptar a nuestra Señora como la madre de Dios o como la madre de la humanidad.  Dejando de lado las divergencias de interpretación bíblica, me gustaría reflexionar con ustedes sobre este tema desafiante; ¿Por qué no amar a María? 


Alegan no amarla porque, según ellos, ella es solo una mujer cualquiera, sin mayores méritos y además porque es totalmente erróneo invocarla como madre de Dios.


Ahora bien, mis queridos hermanos y hermanas en Cristo, perdónenme; pero una joven, cuidadosamente elegida por Dios.(como el ángel afirma en la Biblia: No temas, María, porque encontraste gracia delante de Dios (Lc 1, 30). Sabemos que encontrar gracia delante de Dios. ¿No significa ser elegida por El, entre muchas otras, por sus virtudes?; y que recibe de ese ángel (que es el mensajero de Dios) esta misión: concebirás y darás a luz un hijo, y le pondrás por nombre Jesús.  El será grande y será llamado hijo del Altísimo… (Lc1, 31-32), ¡no es “simplemente” una mujer y, solo puede ser identificada por nosotros, cristianos, como la Madre de Dios!

Al final ¿Quién es ese Altísimo, de acuerdo también con innumerables citas en la Biblia, sino el mismo Dios?  Tú que vives al amparo del Altísimo (Sal90,1). Es bueno dar gracias al Señor y cantar, Dios Altísimo, a tu Nombre (Sal 91, 1).


Si Jesús, por tanto, es Hijo del Altísimo (luego hijo de Dios), y María, legitima y naturalmente su Madre, ¡ella es consecuentemente, Madre de dios, pues engendro y gesto, en su vientre, ¡la misma Divinidad! Si, porque Jesús es Dios, verdadero y por entero, idéntico al Padre, conforme el mismo afirma textualmente y varias veces a sus discípulos.  Una de ellas en el evangelio de Juan, cuando Felipe le pidió que le mostrase al Padre, a lo que Jesús en seguida responde: Felipe, hace tanto tiempo que estoy con ustedes, ¿y todavía no me conoces? El que me ha visto, ha visto al Padre, ¿Cómo dices: “Muéstranos al Padre”? ¿No crees que yo estoy en el Padre y que el Padre está en mí? (Jn 14, 8-9). 

Pues bien, si ver a Jesús, es lo mismo que ver al Padre, y si el Padre está en Jesús, y Jesús en el Padre, entonces, ¡Jesús es Dios, como el Padre lo es! Luego, si Jesús es Dios, como el Padre lo es, y, al mismo tiempo, es hijo legítimo de María, ¡ella es, a su vez, la madre de Dios, pues es la madre verdadera de Jesús, conforme lo verificamos en las Sagradas Escrituras!

Para que no aparezca ninguna sombra de dudas, nuevamente de acuerdo con el Evangelio de Juan, Jesús repite eso, en la oración que dirige a Dios, despidiéndose de los discípulos, al decir: que todos sean uno, como tú, Padre, estas en mí y yo en ti, que también ellos estén en nosotros, para que el mundo crea que tú me enviaste.  Yo les he dado la gloria que tu me diste, para que sean uno como nosotros somos uno. (Jn 17, 21-22).


Por tanto, reflexionando nuevamente a partir de esta verdad bíblica, propuesta por el mismo Jesús: si dios Padre y Jesús son uno, Jesús es Dios y, como resultante de eso, María su Madre, es madre de Dios.


Me atrevo, además, a avanzar en mi razonamiento: María es la madre de Dios, como también misteriosamente, es su esposa, en la persona del Espíritu Santo, pues concibió, milagrosamente, bajo su sombra, como afirma el ángel mensajero cuando ella, intrigada, pregunta como sucedería su divina concepción.  El ángel le respondió: El Espíritu Santo descenderá sobre ti y el poder del Altísimo te cubrirá con su sombra. 


También es claro para nosotros, católicos, que una mujer que recibe en la tierra doble misión, honrosa y tan especial de ser esposa del mismo Dios, por la acción del Espíritu Santo, y la de engendrar a su Hijo Único, pueda recibir los justos y debidos honores, por ser la madre de Dios, ¡debiendo por tanto ser respetada y, consiguientemente, amada por todos nosotros, los cristianos!


Y los motivos de este nuestro sincero amor a María no se sacan solamente de este hecho inédito de que ella tuvo que engendrar al hijo único y eterno de Dios -que posteriormente se sacrificaría para abrirnos el camino de la salvación eterna- sino también, ¡porque solamente ese gesto suyo ya sería suficiente para que la amaramos, con devoción, respeto y cariño, así como amamos a nuestras madres!


María recibió también de las manos de Jesús (conforme nos lo afirma la Biblia) la responsabilidad de asumirla filiación de toda humanidad para ser por ella amada y protegida y, al mismo tiempo, no fue confiada a nosotros, la raza humana, como madre, ¡para también ser amada y respetada!


En el momento final de su muerte, agonizando en la cruz: al ver a la madre y cerca de ella al discípulo a quien él amaba. Jesús le dijo: Mujer, aquí tienes a tu hijo. Luego le dijo al  discípulo: Aquí tienes a tu madre, Y desde aquella hora, el discípulo la  recibió en su casa (Jn 19, 26-27).


En eso consiste, básicamente, nuestra santa y correcta devoción mariana, cariñosamente retribuida por ella con su poderosa intercesión junto a su hijo Dios, Jesús, por nuestras necesidades, dificultades, suplicas y oraciones.  Intercesión esta por sus hijos adoptivos que, como madre solicita, ya comenzara a llevar a la práctica antes de recibir esta tarea de parte de Jesús.


Fuente: A. M. Kater Filho  “Orar con eficacia y poder”, Editorial Claretiana, Buenos Aires Argentina;