La oración es presentar mis heridas a Cristo, dejar que tome mi corazón, mi
historia, y mis sentimientos: toda mi miseria para que Él los coloque en
su corazón y allí yo vea cómo se transforman por su amor misericordioso:
en vida, en esperanza, en plenitud.
Es un donar mis heridas a Cristo para que me done su misericordia. Miseria
y misericordia se juntan para obrar el misterio del amor de Dios que solo se
logra desde un corazón confiado.
10 A's (actitudes)
para presentar las heridas en la oración a Dios
1.
Apertura: entrar a la oración con un corazón
abierto, con el alma desnuda, con mi espíritu ligero. Si abro mis heridas, Dios
las sana, Él es médico. Podré volar, revestirme de su amor y compañía; mi
corazón latirá al mismo ritmo que el suyo.
2.
Acción de gracias: comenzar la oración, mi "examen
médico" agradeciendo a Dios todo lo que me ha dado, enciendo mi alma de
amor por lo que me quiere. También darle gracias por lo que me ha quitado, cómo
me ha guiado. Él nada quita y todo lo da.
3. Arrepentimiento: Que mi corazón se sienta realmente
triste, por haber ofendido al amigo, no por verme imperfecto. Que este
arrepentimiento surja por amor, desde el amor y en el amor.
4.
Alegría: Es la alegría de quien quiere sanar,
confía en que puede sanar y quien sabe que acude a quien lo puede sanar. Es una
alegría profunda, un gozo. Cristo es feliz de vernos y de curarnos. Que me
alegre de recibir su amor.
5.
Amor: que sea un acto de amor, no de temor.
Señor te he ofendido, he amado poco. Enséñame a amar. Contemplar su vida
terrena, dejar que su Palabra se hunda en mi vida y dejarse caminar el corazón
por este amor que no tiene fin.
6.
Admiración: maravillarse de lo que sucede, quedo
limpio, esto vivo, sus heridas me han curado.
7. Amnesia: Dios sufre esta enfermedad, pérdida de
memoria. No recuerda ya nuestros pecados. Ojalá nosotros tampoco recordemos
nuestros pecados y sí su misericordia.
Su perdón es profundo, total y si Él nos perdona. ¿Quién soy yo para no
perdonarme o para preocuparme de algo que Él ya no recuerda?
8.
Alabanza: alabar a Dios por ser tan cercano y
por respetar mi libertad. Él me espera, no empuja.
9.
Amistad: renovar mi amistad con Él, amistad que
queda sellada en cada confesión con mi apertura y con su misericordia. Es un
pacto de sangre, la mía y la tuya se juntan y quedo lavado por la tuya.
10.
Abrazo de un Padre: experimentar el abrazo del Padre de
las misericordias, que me estrecha con tanta fuerza que apenas me deja hablar.
Es un amor incondicional, todo lo perdona. Que mi propósito sea amar más, amar
mejor y no ofender a mi Padre.
Para la oración
¿Cuál de estos pasos me cuesta más o está ausente en mi oración?
¿Cómo vivo mi confesión? ¿Me preparo para este encuentro? ¿Soy capaz de
examinarme bien, ver mis actitudes y desnudar mi alma ante Cristo para que Él
la sane?
¿Qué dificultades experimento en la oración, en la confesión que me impiden
presentar mejor mis heridas? ¿Tengo alguna herida escondida que no presento?
Mis heridas en las tuyas, mi miseria en tu misericordia. Quiero vivir la
más alta expresión de tu amor para crecer, volar, ser libre, sanar y alcanzarte
Señor. Sin tu misericordia el mundo no existiría. Sin tu misericordia mi
corazón no existiría, no podría amar porque no sabría ser amado.
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la fuente de la siguiente manera: Autor: P. Guillermo Serra, L.C.; publicado
originalmente en: http://www.la-oracion.com